domingo, 3 de agosto de 2025
Un artículo sobre el restaurante Florería Atlántico Barcelona
sábado, 2 de agosto de 2025
Entrevista capotiana a Karl Krispin
En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Karl Krispin.
Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Viviría en mi estudio donde paso buena parte de mi tiempo y de mi vida.
¿Prefiere los animales a la gente? Siempre he preferido a la gente, aunque algunos se comporten como
animales.
¿Es usted cruel? La
crueldad es una forma de ira que busca el mal como propósito. Nunca me ha
gustado la crueldad.
¿Tiene muchos amigos? Sí tengo muchos amigos. Es una forma de confirmar que me gusta la gente.
¿Qué cualidades busca en sus amigos? La lealtad.
¿Suelen decepcionarle sus amigos? No me decepcionan nunca quienes lo son.
¿Es usted una persona sincera? Completa y directamente.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? A veces me pregunto por el significado de eso que llaman el tiempo libre
que más bien debería llamarse el tiempo ocupado. Cada vez tengo mayor necesidad
de leer y aprovecho el tiempo en ello.
¿Qué le da más miedo? Me da miedo la muerte no sólo la mía sino la de quienes quiero. Tiene una
desolación irremediable.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le
escandalice? No sé si en este mundo quede
lugar para el escándalo ya que todo se ha ensayado y puesto en práctica. Quizás
quede la injusticia que es el único escándalo que nos toca derrotar.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida
creativa, ¿qué habría hecho? Comencé
a escribir de niño, de modo que no tuve tiempo sino de escoger el oficio de la
escritura. A veces pienso que me hubiese gustado ser director de orquesta,
aunque no pasé de unas fracasadas clases de violín.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Solía jugar al tenis y ahora que tengo tiempo sin jugar me propongo a
diario regresar al deporte.
¿Sabe cocinar? Me
gusta cocinar y es la forma más cercana para procurar un placer a los demás.
Ensayo preparar platos que no he hecho. Si estoy solo, me preparo un sándwich
que es uno de los grandes inventos de la humanidad. Una vez escribí un ensayo
llamado “Elogio del sándwich”.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos
artículos sobre «un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Los personajes inolvidables de las selecciones del Reader´s Digest tenían
algo de héroes y de servicio a la humanidad. Creo que escogería a Walt Disney.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de
esperanza? La palabra es amor que es lo
único que nos salva.
¿Y la más peligrosa? Odio.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien? Nunca he descubierto instintos homicidas en mí ni en mi literatura.
¿Cuáles son sus tendencias políticas? Soy un liberal a tiempo completo. La más grande defensa que nos toca a
diario es la de la libertad.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? No me gustaría sino ser la cosa que soy.
¿Cuáles son sus vicios principales? Me envició por lo que me apasiona.
¿Y sus virtudes? No
creo que me corresponda hacerme ese selfi tan traicionero.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del
esquema clásico, le pasarían por la cabeza? La de un chaleco salvavidas.
T. M.
jueves, 31 de julio de 2025
Un artículo sobre el restaurante-"rooftop" del Nobu Hotel Barcelona
miércoles, 30 de julio de 2025
Entrevista capotiana a Carmen Verde Arocha
En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Carmen Verde Arocha.
Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder
salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Viena. Una ciudad que
me encanta. No tengo recuerdos sentimentales con ella, pero es un lugar al que
me gustaría regresar una y otra vez.
¿Prefiere los animales a la gente? No. Prefiero a la gente, aunque me gustan los animales.
¿Es usted cruel? No.
Y me alejo de las personas crueles.
¿Tiene muchos amigos? Tengo pocos amigos, y los quiero mucho.
¿Qué cualidades busca en sus amigos? La honestidad. Que me digan siempre la verdad, aunque me cause dolor.
Igual siempre uno termina enterándose y duele más.
¿Suelen decepcionarle sus amigos? Muy pocas veces. Si me dicen la verdad, los voy aceptar como son.
¿Es usted una persona sincera? Sí. Siempre digo lo que siento, pero lo hago de forma amable, y cuando no
lo puedo decir lo escribo en un poema. Con el tiempo, he aprendido que no todo
el mundo quiere que uno le diga la verdad, y eso hay que respetarlo.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Tengo poco tiempo libre. Pero, cuando puedo descanso un rato y luego me
ocupo de cuidarme, de saber cómo estoy y de cómo me siento. Las mujeres tenemos
poco tiempo para ocuparnos de nosotras mismas, por eso deberíamos ser muy
celosas de ese tiempo que a veces nos llega.
¿Qué le da más miedo? No suelo
tener miedo, pero me agita, me pone en alerta el ver cómo la crueldad ha ido
encarnando en el mundo, cada vez lo hace con nuevos ropajes. Me alejo de las
personas crueles, y sobre todo de aquellas que están aprendiendo a ser crueles.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le
escandalice? El maltrato y el abandono
infantil.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida
creativa, ¿qué habría hecho? No
lo sé. No me imagino en otro universo.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Sí. Me gusta bailar y practico Yoga.
¿Sabe cocinar? Sí, mucho. Y me gustar comer bien, pero
en pocas cantidades.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un
personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Elegiría entre: Anne Carson, María Magdalena (el
personaje bíblico),
y Anne Sexton.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de
esperanza? Amor.
¿Y la más peligrosa? Envidia.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien? Nunca he tenido ese
deseo. Valoro la vida, amo la vida. Siempre me pregunto ¿qué es exactamente
estar vivo?
¿Cuáles son sus tendencias políticas? En estos tiempos
todo se ha desdibujado. Mis tendencias
son: la libertad, la justicia, la paz, la civilidad, el respeto a la vida y a
la naturaleza.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Un río de
montaña. Amo los ríos, el agua en todas
sus formas.
¿Cuáles son sus vicios principales? Escribir, escribir, paso todo el día escribiéndome por dentro.
¿Y sus virtudes? La
compasión. Siempre trato de ponerme en el lugar del otro. Hay que ser compasivo
para sentir el sufrimiento del otro, pero también sus alegrías.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del
esquema clásico, le pasarían por la cabeza? No lo sé. Pero sentiría que eso es el amor.
T. M.
domingo, 27 de julio de 2025
Naufragio emocional en aguas aristocráticas
Durante buena parte de su andadura, Edith Wharton (1862-1937) llevó a la literatura la hipocresía de la clase alta neoyorquina y su puritana mentalidad, si bien acabó instalándose en el sur de Francia, tras divorciarse de un banquero de Boston. Escribió novelas como Las costumbres del país (1913), un espejo de la aristocracia pendiente de las apariencias, a partir de la ambición de una muchacha provinciana, ávida por cambiar de estatus, o La edad de la inocencia (1920, premio Pulitzer), que narraba los prejuicios en las relaciones amorosas y que acaba de aparecer en catalán en La Temerària Editorial.
Junto con estas obras de trasfondo sociológico, Wharton incidió en argumentos donde lo central era la psicología y acción femenina, como en La renuncia (1925), la historia de una exiliada en la Costa Azul que vuelve a Nueva York para enfrentarse a las consecuencias de lo que perpetró: el momento en que abandonó a su hija pequeña y a su marido por otro hombre. Los ricos también lloran, sería el subtítulo vulgar de las intrigas de alcoba y salón de bailes de esta novela, la cual se acercaría a El arrecife, en la que un diplomático ve de nuevo a la mujer que le dejó por su amante años atrás y que, después de enviudar, vive sola en un castillo francés.
E. M. Forster, en un artículo de 1920 en el que reseñaba el volumen de Wharton French Ways and Their Meanings –Viaje por Francia en cuatro ruedas (Plaza & Janés, 2001)—, decía que Wharton «como novelista escribiendo sobre individuos fue muy implacable». Para empezar lo fue con ella misma, porque analizando el entorno que la vio nacer, se perdió en la obsesión del exilio y el fervor galo. Esa distancia no obstante no le impediría convertirse, junto con Willa Cather, en la narradora que mejor ha captado la sociedad estadounidense, al menos a ojos de Harold Bloom, que dijo que ninguna otra compatriota la ha superado.
Suena hiperbólico, pero analicemos esta novela de 1912, que logra lo que se propone: sumergir al lector en un mar de emociones contenidas, malentendidos sociales y tensiones morales que van deteriorando las relaciones entre sus personajes. En eso radica su interés pero también su caducidad, pues resulta interesante tanto como ajeno el tratamiento de Wharton con respecto a los convencionalismos de la clase alta estadounidense, en lo que fue su tema axial.
La novela gira en torno a George Darrow, un diplomático que, en su camino para reunirse con Anna Leath —una viuda con la que espera retomar una antigua relación—, se ve envuelto en una breve aventura con Sophy Viner, una joven institutriz. El título, El arrecife, operaría como una metáfora: una formación oculta bajo la superficie de las aguas aparentemente tranquilas de la vida burguesa, capaz de deteriorar incluso las relaciones más cuidadosamente establecidas.
«Se habían reencontrado en Londres, unos tres meses antes, en una cena en la embajada americana, y cuando ella lo vio, su sonrisa fue como una rosa roja prendida en su vestido de luto», se lee al comienzo, con un tono que delata el melodrama romántico al que haremos frente. Aparte de su estilo, a menudo alambicado y retórico, lo mejor de la obra es el retrato femenino a raíz de dos caracteres opuestos: la madura Anna y la impulsiva Sophy, aunque ambas sean mujeres atrapadas en un mundo que les exige perfección moral mientras tolera, e incluso aplaude, la duplicidad masculina. En este sentido, Wharton se adelanta a la crítica feminista moderna, mostrando cómo la autonomía femenina se negocia dolorosamente en los márgenes de las expectativas patriarcales.
Todo ello puede corroborarse por medio de otra novedad, Altres temps, cinco relatos de Wharton, en edición de Marina Porras, que apunta la negativa influencia que tuvo para ella la figura materna, muy estricta, hasta el punto de que «la influencia fue tan fuerte que Wharton se pasó la vida creando personajes que son una venganza contra ella: señoras insensibles, incapaces de comprender el mundo y encalladas en el pasado».
Publicado en Cultura/s, 12-VII-2025
sábado, 26 de julio de 2025
Entrevista capotiana a Millanes Rivas
En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Millanes Rivas.
Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder
salir jamás de él, ¿cuál elegiría? Mi casa (arresto domiciliario).
¿Prefiere los animales a la gente? No.
¿Es usted cruel? No.
¿Tiene muchos amigos? Sí.
¿Qué cualidades busca en sus amigos? La
atención, el cariño y la diversión.
¿Suelen decepcionarle sus amigos? No.
¿Es usted una persona sincera? Sí.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? Estar en
la calle con mis amigxs.
¿Qué le da más miedo? Tener que
vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le
escandalice? Esta entrevista me parece un poco de escándalo.
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida
creativa, ¿qué habría hecho? Estar en la calle con mis
amigxs.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Sí.
¿Sabe cocinar? No.
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un
personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Cecilia, o
Cecilia Giménez.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de
esperanza? Me encanta el nombre de Esperanza, de hecho.
¿Y la más peligrosa? ¡Rentista!
¿Alguna vez ha querido matar a alguien? No.
¿Cuáles son sus tendencias políticas? Acabar con
los rentistas.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? La verdad
es que me gustaría ser rentista para no tener que trabajar.
¿Cuáles son sus vicios principales? Los
libros, supongo.
¿Y sus virtudes? El hipotiroidismo (nunca
pierdo los nervios).
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del
esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Jack, es
un bote, Jack.
T. M.
viernes, 25 de julio de 2025
Un artículo sobre el Hotel Perelada
domingo, 20 de julio de 2025
Entrevista capotiana a Eduardo Iglesias
En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Eduardo Iglesias.
Si tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder
salir jamás de él, ¿cuál elegiría? He vivido en muchos lugares y a día de hoy me
recluiría en mi casa, llamada Lekuona (“buen lugar” en euskera, y además el
apellido de mi abuelo materno). En ella puedo habitar con mi mujer, mis hijos,
nuestras dos grandes perras y cinco gatitos que hacen del lugar un espacio
vasto y magnífico. No voy a especificar las coordenadas del emplazamiento para
que no me persigan las autoridades con sus artificiales inteligencias o sus
juegos de artificio.
¿Prefiere los animales a la gente? No hago
preferencias. En realidad todos somos animales algo que mucha gente olvida.
Entre tres tristes tigres y una manifestación de vandálicos energúmenos con la
cruz gamada tatuada en sus venas, tendría fácil elección.
¿Es usted cruel? No lo creo. Habría que
preguntar a los ajenos o distantes en la causa de defender a mis allegados. En
mis libros, pues soy un escritor de ficción, he podido hacer que algún
personaje sea cruel o cometa algún violento desmán debido a exigencias de lo
narrado pero siempre teniéndole respeto. Siempre hay que amar a los personajes
creados por uno mismo por muy siniestros que sean. El humor es interesante en
esos momentos. De todas formas, los personajes acaban actuando por su cuenta y
yo sólo les sigo como puedo; digamos, por ponerme bíblico, como un padre a un
hijo o a una hija.
¿Tiene muchos amigos? Hombre, yo
llamo amigo a mucha gente. Como podría decir compañero, compadre, hermano. Yo
considero que si hablamos de tener una cuadrilla de amigos y amigas, pues no la
tengo. De joven tenía muchas pandas. Ahora, elijo a los amigos que me quieren y
veo a poca gente. Me gusta mi soledad. Salgo poco de mi territorio que comparto
con mi familia. Pasan días y días que no veo a nadie fuera de ella.
¿Qué cualidades busca en sus amigos? Que sean,
lo primero, majos; buena conversación y a poder ser simpáticos. Normalmente,
que compartan algunos gustos conmigo como beber un buen vino y a veces irnos
por peteneras porque el momento lo requiere. Por eso, me gustan los amigos
originales que se desvían de lo políticamente correcto y tienen buen humor. En
fin, en realidad no busco, más bien, encuentro.
¿Suelen decepcionarle sus amigos? Hay casos.
A algún amigo escritor ya le he dicho que copie a Murakami, que está muy lejos
y no es su compinche. La decepción siempre espera a la vuelta de la esquina.
¿Es usted una persona sincera? Creo que
sí. A veces, me callo cosas para no perturbar el ánimo de la reunión. Y en
otras, salto a la yugular del idiota o de la idiota de turno. Depende del
talante y la actitud de la persona de enfrente. Puedo ser implacable y
desconcertante pero creo que soy sincero con algún pero. A veces, el
alcohol amansa a las fieras y otras las excita.
¿Cómo prefiere ocupar su tiempo libre? He
procurado que mi vida fuese lo más libre posible desde que me dediqué a
escribir a los treinta y tantos años. Dispongo de tiempo para escribir, leer,
hacer deporte y verlo. La música, el arte y el cine son muy importantes en mi
vida como disfrute y fuente de inspiración. Me gusta mucho estar con mi mujer y
mis hijos. Los amigos también caben en la ecuación sinóptica. Y a veces, me
desplazo por el mundo. Ahora, quizás menos que antes. No me gusta nada ser
turista.
¿Qué le da más miedo? La guerra.
De pequeño, al meterme en la cama me daba miedo la bomba atómica, que no
funcionase el teléfono rojo entre Washington y Moscú.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le
escandalice? El genocidio de Gaza. Que sea imposible, día tras día,
parar de bombardear y matar a la población palestina. Los jerarcas son seres
desalmados. ¿Dónde iremos a parar la humanidad? ¿Acabaremos en cuevas
escuchándonos en paz los unos a los otros?
Si no hubiera decidido ser escritor, llevar una vida
creativa, ¿qué habría hecho? De joven me ilusionaba ser
futbolista. Estudié Ciencias Económicas en Bilbao y luego fui jefe de compras
en la fábrica de mi padre en Hernani. Duré un año y medio. Yo sabía que no me
gustaba pero le debía cierta lealtad a mi padre. Mis hermanos habían tirado ya
para otro mundo: Alberto, Cristina, Lourdes y Pepelu. Todos estupendos
artistas. Al cabo de ese tiempo de entrega a un mundo muy aburrido para mí me
fui a plantar tomates y claveles en invernaderos que construimos un amigo y yo
en el Bajo Pirineo. Tampoco duré mucho despuntando claveles. Tuve otro trabajo
freelance en estudios de urbanismo comercial escribiendo como economista y a
los treinta y cinco años ya estaba viviendo en Nueva York como novelista
acompañando a mi mujer que empezaba su doctorado en Columbia University. Si
todo esto no hubiese ocurrido quizá me hubiese declarado camionero y viajero,
deportista en alguna competición o nadador solitario. Y quizá un místico
contemplativo. Siempre me han gustado los reporteros que están en primera línea
escribiendo en caliente los sucesos en el mundo. Soy bastante iconoclasta o
heterodoxo. En definitiva, hubiese esperado a que cada presente en mi vida me
hubiese presentado la oportunidad de imaginarme e ilusionarme con ella.
¿Practica algún tipo de ejercicio físico? Si, claro.
Siempre. Me ayuda a tener la mente despejada. El hacer ejercicio tiene un
componente espiritual. Se me ocurren muchas ideas cuando lo practico, tanto
para mi vida como para la escritura. Es un presente enriquecedor. He hecho
deporte toda mi vida: he jugado al fútbol, al frontón, al tenis… He corrido
mucho, también en bicicleta de ruta. He nadado en el mar y en las piscinas como
el El Nadador de John Cheever, un escritor que me encanta; he
cogido olas haciendo body-surfing por las
playas de diversos litorales... Ahora hago mi gimnasia matutina: sigo nadando,
y ando descalzo por la hierba; no me gusta el asfalto para estas lides; y a
veces le pego al saco como un antiguo boxeador.
¿Sabe cocinar? Sólo tortilla francesa y
huevos revueltos con bacon. Mi mujer dice que también mezclo muy bien las
sobras de la comida que alguien ha cocinado antes. Y valoro mucho a las
personas que cocinan y te ofrecen la posibilidad de comer. ¡Es fantástico!
Si el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre «un
personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Al
canadiense activista Paul Watson. Me iría con él en su barco para escribir un
artículo o lo que fuese. Me gustaría ser su amigo. Es la persona que más me ha
impresionado en estos últimos tiempos. Es un activista de la conservación
ambiental y ecológica. Primero estuvo en Greenpeace y luego, para no venderse a
las presiones de todo tipo que este movimiento ecologista sufría, fundó el Sea
Shepherd Conservation Society con otros barcos y no se ha sometido a ningún
mandamiento de los poderes mundiales. Es de una personalidad y un carácter
excepcionales. Defiende los mares de la esquilmación de mamíferos como las
ballenas y focas. También lucha contra los desalmados pescadores ilegales que
arramplan con todo lo que se mueve por aguas internacionales; los japoneses son
especialmente brutales con los tiburones. Recomiendo que la gente vea el
documental Watson. el
guardián del océano.
¿Cuál es, en cualquier idioma, la palabra más llena de
esperanza? Siempre por si
acaso tres: amor, paz y alegría. La joie
de vivre en francés. El júbilo de vivir.
¿Y la más peligrosa? War.
Guerra. Odio.
¿Alguna vez ha querido matar a alguien? A una
persona en concreto no lo sé. Pero a Netanyahu y a sus secuaces les pegaría un
tiro porque a hierro mata a hierro muere.
¿Cuáles son sus tendencias políticas? Mi padre me dijo un
día cuando yo era j0vencito: “Se vota con el bolsillo”. Fue una de nuestras
primeras discusiones. Yo le dije que votaba con el alma. Y así sigo. Mi corazón
es anarcoide pero me inclino siempre a la izquierda.
Si pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Estoy
encantado siendo escritor de ficción. No me gustaría ser otra cosa. En algún
momento, dirigir una película, pero es más complicado porque tienes que tratar
con mucha gente y hacer tejemanejes. Quizás pianista: una actuación con Glenn
Gould y otra con Bob Dylan.
¿Cuáles son sus vicios principales? Nunca me ha gustado
esa palabra por lo que significa, no la considero. Te lleva a un terreno muy
relativo y subjetivo.
¿Y sus virtudes? Otra palabra teñida de
moral y enseñanzas religiosas. Creo que soy tierno, en general, pero a veces me
surge cierta violencia al juzgar a las personas. Siempre hay violencia y
ternura en mis novelas. Como las olas: unas veces golpean contra la orilla y
otras lamen la arena.
Imagine que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían por la cabeza? Probablemente que no me cayese el barco encima después de hundirme en alta mar en una victoria. Y querría ver luz, más luz (Licht, mehr Licht), como dijo Goethe al morir.
T. M.
sábado, 19 de julio de 2025
Un artículo sobre el hotel Moxy Barcelona
viernes, 18 de julio de 2025
Entrevista capotiana a Pedro Herrasti
En 1972, Truman Capote publicó un original texto que venía a ser la autobiografía que nunca escribió. Lo tituló «Autorretrato» (en Los perros ladran, Anagrama, 1999), y en él se entrevistaba a sí mismo con astucia y brillantez. Aquellas preguntas que sirvieron para proclamar sus frustraciones, deseos y costumbres, ahora, extraídas en su mayor parte, forman la siguiente «entrevista capotiana», con la que conoceremos la otra cara, la de la vida, de Pedro Herrasti.
Si
tuviera que vivir en un solo lugar, sin poder salir jamás de él, ¿cuál
elegiría? El Valhalla me va bien. Banquetes, cerveza, valkirias,
amigotes contando historias… no creo que me aburriese. Los escandinavos siempre
han estado muy adelantados.
¿Prefiere
los animales a la gente? Prefiero a la gente. Mi exmujer me
lleno la casa de peces, cobayas, perros… mi casa se convirtió en un zoo. De los
animales me quedo con los perros. He tenido tres y todos ellos han sido
maravillosos. Me conmueve su lealtad y el amor que te demuestran. Por supuesto,
en la mayor parte de los casos, una persona te suele aportar mucho más que un animal.
La gente tiene una ventaja sobre los animales: hablan. También una gran desventaja:
hablan.
¿Es
usted cruel? No, en absoluto. Detesto la crueldad en
cualquier forma.
¿Tiene
muchos amigos? Amigos de verdad, todo el mundo tiene pocos,
creo que se pueden contar con los dedos de una mano. Otra cosa son amistades,
conocidos, etcétera, que me parecen muy necesarios y con los que se pueden
pasar muy buenos ratos. Quien diga lo contrario miente, pero que conste que me
parece bien mentir. Es algo muy necesario en la vida social.
¿Qué
cualidades busca en sus amigos? Podría decir que
inteligencia o cultura, pero he conocido gente muy culta e inteligente que es
insoportable. Tiraría más por bondad, generosidad o, simplemente, buen
carácter. También me gusta las personas interesantes, con inquietudes. Algo que
detesto es la gente egocéntrica, pagada de sí misma y que se cree muy importante.
¿Suelen
decepcionarle sus amigos? No, gran parte de mis amigos lo son
desde hace muchos años y me han demostrado su fiabilidad. Los que suelen
decepcionar son gente a la que se conoce poco y confías en ella. Esos te
demuestran la verdad del mito bíblico, el ser humano está hecho de barro. Un
material maleable que se viene abajo con facilidad.
¿Es
usted una persona sincera? Si uno fuese sincero siempre el
resultado más probable es que sería despedido, se divorciaría, perdería
amistades… la sinceridad trae aparejada una serie de catastróficas desdichas.
Hay que saber dosificarla.
¿Cómo
prefiere ocupar su tiempo libre? Escribir y leer son mis
dos grandes pasiones, pero hay muchas cosas más que me apasionan. Me gusta que
me cuente una historia, por eso también me gusta el cine y el cómic, aunque en
los últimos años me he desentendido bastante de él. Eso lo complemento con
teatro, exposiciones y viajes. También me encanta el senderismo.
¿Qué le
da más miedo? Supongo que la vejez extrema. Ser uno de
esos ancianos que apenas pueden valerse por sí mismo. Lo bueno es vivir el
tiempo que sea con calidad de vida.
¿Qué le
escandaliza, si es que hay algo que le escandalice? No
me escandalizo por nada, siempre hay un Jeremías clamando por la maldad de los
tiempos en que nos toca vivir. Tonterías, el mundo es como es y no ha habido en
la historia uno mejor que el actual. Nunca tanta gente ha vivido tan bien como
ahora. En la mayor parte de los casos ese escandalizarse sirve para demostrar
lo bueno que es uno, lo preocupado que esta por todo…. En fin, una máscara,
para exhibir bondad y superioridad moral mientras te tomas unas cañas con
amigotes tan buenos y comprometidos como tú.
Si no
hubiera decidido ser escritora, llevar una vida creativa, ¿qué habría
hecho? Me habría gustado ser uno de los hombres más
ricos del mundo e ir predicando por el mundo como un nuevo apóstol eso que dice
Woody Allen: el dinero no da la felicidad, pero da una sensación tan parecida
que es casi indistinguible.
¿Practica
algún tipo de ejercicio físico? Pesas y senderismo. Me
encanta pasear por la naturaleza. Ver el paisaje, hablar con los amigos que te
acompañan, tomar un café antes o un refresco después.
¿Sabe
cocinar? Cocina de combate, cosas simples salvo contadas
excepciones. Mi tortilla de patata merece una estrella Michelin. Pido desde
aquí que se corrija esta injusticia histórica.
Si
el Reader’s Digest le encargara escribir uno de esos artículos sobre
«un personaje inolvidable», ¿a quién elegiría? Sin
duda, Adolf Hitler. Creo que hay pocas personas menos inolvidables que él. La
revista Time eligió a Einstein como el hombre más destacado del siglo XX. Algo
absurdo, porque no quisieron coger a un personaje negativo como Hitler que ha
marcado el pensamiento y la política desde 1945. No hay nadie más influyente
que él. Todo lo que él consideraba positivo ha caído en desgracia (racismo,
militarismo, autoritarismo, etc.). Además, es un personaje fascinante, un hombre
que sale de la nada y llega a lo más alto. En su caída arrastra a su país a la
derrota y la destrucción. Es un caso similar al de Napoleón y Mussolini, pero
Hitler no tiene ningún rasgo positivo que pueda redimirle. Es el mal absoluto.
¿Cuál
es, en cualquier idioma, la palabra más llena de esperanza? Esperanza.
¿Y la
más peligrosa? Peligro.
¿Alguna
vez ha querido matar a alguien? Por supuesto que sí, ¿quién
no ha deseado la muerte a un jefe, rival o enemigo declarado? Otra cosa es
ponerse a ello. Esa tarea, desgraciadamente, lleva aparejada muchas
dificultades.
¿Cuáles
son sus tendencias políticas? La política me aburre, es
un guiñol de buenos y malos. El otro día vi una viñeta que me gustó mucho. Salía
una mansión lujosa y ponía “casa de político”, en otra salía una casa muy
modesta y debajo ponía “casa del que defiende al político”. No se puede decir
más con menos. Cualquier político tiene una serie de prioridades que,
independientemente del signo, son las mismas. Primero, disfrutar de dinero y
poder, haciendo que la gente de su entorno (familiares, amigos, compañeros de
partido) participen del botín. Segundo, buscar favorecer al partido de
cualquier manera posible. En último
lugar está el ciudadano, por el que hay que hacer algo para que te vote. A
menudo sólo hace falta darle un poco de propaganda y señalarle un enemigo. El bienestar
del ciudadano es algo muy secundario y remoto con respecto a los dos grandes
objetivos que he señalado.
Si
pudiera ser otra cosa, ¿qué le gustaría ser? Un escritor tipo
Vargas Llosa. Guapo, con éxito y capaz de escribir obras maestras.
¿Cuáles
son sus vicios principales? Ninguno, soy un ser de luz (esto se
llama ironía).
¿Y sus
virtudes? Honradamente, creo que debo reconocer que las tengo
todas (esto se llama reincidencia).
Imagine
que se está ahogando. ¿Qué imágenes, dentro del esquema clásico, le pasarían
por la cabeza? ¡Vaya muerte más horrible! ¿No podía ser
más placentera? En ese caso creo que recordaría todos los grandes momentos que
vive uno en su vida y las personas que te acompañaron en ese viaje. Cada vida
es un mundo y cada mundo es único.
T. M.